jueves, 29 de septiembre de 2011

El fantasma

Un mercante inglés es atacado en aguas del Pacífico por piratas Singh. El único superviviente, hijo del capitán del navío sir Cristopher Standish, alcanza a nado la costa, donde jura sobre la calavera del asesino de su padre que él y sus descendientes combatirán la piratería, la maldad y la injusticia donde quiera que se hallen, y que su hijo y demás descendientes continuarán su juramento. Actuan enmascarados y con un traje característico, y cuando un Fantasma muere, su hijo hereda el traje y la máscara, perpetuando así la idea de que es el mismo hombre a través de los siglos y creando la leyenda, entre piratas y nativos, de un único Fantasma vengador que nunca muere.
La tira de prensa original se centra en el último Fantasma (el de la época actual, aunque en ocasiones se nos narran las aventuras de anteriores Fantasmas), el número XXI de la estirpe, quien, como todos los anteriores Fantasmas, posee dos pistolas, que nunca usa para matar, y dos anillos: uno con la imagen de una calavera, para marca a los criminales mediante un golpe en la mandíbula; el otro, con un símbolo de paz que identifica a quienes lo ayudan en su lucha. Lo acompaña siempre su fiel perro Devil, traducido normalmente al castellano como "Satán" o "Diablo". El último fantasma, que toma en su "personalidad civil" el nombre de Kit Walker (como hicieron sus antepasados), quien junto con su amigo (y jefe de la tribu pigmea) "Goran" se enfrenta a los malvados, como los piratas de la hermandad Sing. También es conocido como el "Espíritu que camina" o "El hombre que no muere".
Diana Palmer, esposa y futura madre del nuevo Fantasma, es una mujer que desde el primer momento se reveló avanzada para su época: luchadora, aventurera, trabajadora en la ONU, es una digna compañera del Fantasma, rompiendo el típico rol femenino de damisela en apuros a la que rescatar. El Fantasma desarrolla sus aventuras a lo largo y ancho del mundo, aunque tiene su base en un país ficticio, Bangalla, que inicialmente se situaba en algún lugar de la costa indostánica pero que luego pasó a situarse definitivamente en la costa oriental africana.
En las historias se representa la superioridad del hombre blanco, pero también la incomprensión e indiferencia con que acogen sus disposiciones los indígenas en una obra donde el imperialismo occidental ni se exalta ni se critica.

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