La hija del afamado
arqueólogo Lord Henshingly Croft se crió en el seguro mundo de la aristocracia
británica, rodeada de tenis, mayordomos y corgis (para los desinformados, corgi
es una raza de perros) La tragedia golpeó a Lara en sus primeros años, cuando
su padre desapareció misteriosamente durante una expedición remota.
Profundamente entristecida por la ausencia paterna, los años de Lara en
Wimbledon High School, para chicas, fueron de lo más tranquilo. Sin embargo, se
fue produciendo un cambio a medida que crecía.
Al trasladarse a la escuela de Gordonstoun, se
reavivó el interés por la arqueología que había mostrado antes de la muerte de
su padre. Las cercanas Highlands (Tierras Altas) escocesas también fueron un
lugar ideal donde explorar y entrenarse, mientras crecía su obsesión por el
descubrimiento de antiguos artefactos y civilizaciones olvidadas.
Posteriormente, en la escuela suiza donde
terminó sus estudios, aprendió el arte del esquí extremo. Buscando un terreno
más retador, Lara decidió pasar unas vacaciones en el Himalaya. Sin embargo, en
el viaje de vuelta, el avión de Lara se estrelló en medio de las montañas. Lara
fue la única sobreviviente. Escapar de esta adversidad fue una de las
experiencias más desgarradoras de su joven vida, y contribuyó a la enorme
confianza que hoy tiene en sí misma.
Los dramáticos acontecimientos que tuvieron
lugar en su juventud llevaron a Lara a rechazar la asfixiante atmósfera de la
clase alta de la sociedad británica. Llegó a la conclusión de que sólo se
encontraba verdaderamente viva cuando estaba viajando y trabajando sin
compañía. Como "Tomb Raider", encontró un modo de vida, no una
profesión. Rara vez trabaja por encargo, prefiriendo el arte de coleccionar y
hacer nuevos descubrimientos al pillaje de los restos de civilizaciones
perdidas por siglos.
Para financiar su aventurero modo de vida, Lara
trabaja de fotógrafa profesional para la prensa. Se ha labrado un nombre en
dicho campo ganando varios premios Pulitzer.
Cuando está en Inglaterra, Lara reside en su
casa ancestral, una mansión en Surrey. Hubo un momento en que pensó que no
tenía objeto conservarla, pero pronto comprendió su potencial como base de
operaciones. Los acres de tierra sin cultivar y numerosas habitaciones vacías
son increíblemente convenientes para laboratorios técnicos, almacenaje de
vehículos y entrenamiento.
Pese a este drástico cambio de una vida de
nobleza, Lara sigue manteniendo la esencia de su esmerada educación de la que
destacan su refinado acento de clase alta, y su gusto por la música clásica.
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